Mi vieja radio

Desde que era muy pequeño gustaba de mover
el díal de aquel primer transistor en busca
de emisoras remotas, escrutando la onda corta,
escuchando esas emisiones que se desvanecían
entre el ruido atmosférico, en busca de algo
fuera de lo corriente.
Mas tarde descubrí por casualidad como los
armónicos de algunos radioaficionados eran
captados por mi receptor y ante mi se abrió
un mundo nuevo.
Gentes que no se conocían establecían
conversaciones, debates ordenados, no como
los de las televisiones, ya que solo uno
podía hablar en cada momento. Un protocolo
no se si tácito o en algún lugar escrito
guiaba estas charlas.
En cuanto empecé a trabajar adquirí mi
vieja emisora de banda ciudadana como,
pensaba, primer paso para introducirme en
este mundo.
Pero mis primeros pasos no fueron excesivamente
alentadores, la gente que yo había escuchado
parecía haber desaparecido y solo grupos de
niñatos y algunos camioneros plagaban las
frecuencias. Sumado a esto que mi cobertura
no era muy buena me hizo dejarlo poco a poco
en el olvido.
Con el cambio de casa he resucitado el equipo
y de vez en cuando lo escucho, pero aunque
parezca extraño apenas hay gente. Debe ser,
imagino, por culpa de internet y sus chats, de
la telefonía móvil y resto de nuevas tecnologías.
En fin, seguimos a la escucha.