
En un pueblo pequeño,
con su arroyo, sus fuentes,
callejas, plazas, iglesia,
escuela, molino y ermita.
Un pueblo rodeado de montes
de hayas, pinos y robles,
su pradera, dehesa, campos
sembrados y fresas silvestres.
Con cielos azules intensos
y millones de estrellas en
las frescas noches de estío.
Sus gentes segando con hoz,
zoqueta y sudor. La paja,
las fanegas de grano, las
labores hechas como antaño.
El botijo a la sombra mantiene
el frescor del agua que alivia
la sed bajo el crudo sol.
Me crie en un pueblo sin mar
sin futuro, sin más...
A la gran ciudad emigré, con
cielos grises, sin estrellas.
Con ruidos, prisas, coches,
trenes, y muy a mi pesar...
sin mar...
Etiquetas: Nostalgias